Cuándo empezó a tomarse en serio las enfermedades psicosomáticas?
La primera vez que tratas a un paciente con una enfermedad física para cuyos síntomas no existe explicación médica lo despachas sin más, eso no va contigo, ni siquiera lo estudiamos durante la carrera.
¿Y el paciente se va a casa sin saber qué le pasa?
Sí, lo cual es muy angustioso. El día que conocí a Brenda cambió todo. La ingresaron en urgencias por ataques epilépticos recurrentes, nada los detenía, así que le indujeron un coma.
Eso suena muy grave.
Intubada, con la respiración asistida…, cada vez que se le intentaba retirar la sedación volvía a tener ataques epilépticos. Al quinto día la jefa de neurología le retiró la sedación y nos retuvo sin intervenir ante un espantoso ataque. “Esto no es epilepsia”, dijo, y la mandó a casa.
Vaya.
Durante veinte años han llegado a mis manos pacientes con síntomas físicos neurológicos pero cuyo origen era psicológico. Desde que soy jefa de departamento he intentado ayudarlos trabajando conjuntamente con psiquiatras y psicólogos en lugar de quitármelos de encima.
Para leer la entrevista completa: La Vanguardia